No existen reglas pues cada caso en particular tiene distintos condicionantes pero se pueden tener en cuenta algunos conceptos:
Intente encontrar una idea integradora de todo el ambiente. Un criterio que sirva de “costura” a todos los elementos que conforman el lugar. Para que un ambiente tenga un carácter definido esta idea se debe corroborar desde el picaporte y los artefactos de luz a la pintura y pisos, pasando por los muebles y cortinados. Esta idea puede ser de muy variado origen, ejemplos: un estilo, un juego de intenciones con los elementos o simplemente transmitir una sensación. Recién ahí estamos en condiciones de ver como colabora con esta idea el color de las paredes, cielorrasos y aberturas; recién ahí podemos adentrarnos en el circulo cromático, descubrir los primarios, secundarios y complementarios y en que sensaciones producen los distintos tonos y combinaciones en nuestra percepción.
No se quede solo con los viejos axiomas como “los colores claros amplían” o “pintar los cielorrasos más claros que las paredes, los hacen parecer más altos”; si bien son ciertos no alcanzan por si solos para obtener una ambientación lograda.
Recuerde que hacer foco en muchas cosas a la vez provoca confusión, un buen equipo de fútbol no puede tener muchos Maradonas, si se tiene un mueble que se quiere destacar, probablemente la pared contigua deba tener un color neutro que no compita en protagonismo o un color que contraste con el mueble tomando algún tono del mismo, estableciendo un dialogo cromático.
En definitiva piense que quiere lograr con el color antes de usarlo solo porque es lindo.