Arquitectura Colonial

Desde el año 1500 en que Pedro Álvarez descubrió el Brasil, no hubo un verdadero proceso de colonización, concretándose, a simples viajes de descubrimiento y a la fundación de factorías comerciales de escasa vida. Al principio Portugal no concedió gran importancia a su nueva posesión. A estas excepciones aisladas sucedió un sistema casi feudal, el rey entregaba zonas del nuevo país a vasallos suyos, con derechos hereditarios.



Se fundaron así las primeras capitanías, el sistema de capitanías suponía una explotación mixta por la Corona y los particulares, no dio mayor resultado, reemplazándoselo por Gobernadores que dependían directamente del Estado. En el Brasil todo quedó librado a la iniciativa privada. No tuvieron las trabas comerciales que ahogaban a la América española. Durante todo el siglo XVII la colonización portuguesa quedó concentrada a una angosta faja sobre la costa del Atlántico. La penetración pacífica fue obra de la centuria siguiente y eso sólo en la parte de Minas Geraes y Río Grande del Sur. Las poblaciones de la costa cobraron rápida importancia gracias al cultivo de cañas de azúcar; el Brasil se convirtió en uno de los principales proveedores de Europa, y ello se tradujo en construcciones ostentosas, propias de un ambiente opulento. Como los indios se rehusaron a trabajar para los portugueses fue necesario importar esclavos negros, se formó una población mestiza.

El barroco, expresión de un arte complicado y brillante tenía que encontrar campo fértil en esas mentes afectas a la apariencia, a lo exuberante. En un ambiente tropical, lujurioso y colorido tenia que desembocar fatalmente en un barroquismo furioso. Todo el entusiasmo constructivo se dedicó a la arquitectura religiosa. Los edificios jesuíticos representan lo más antiguo en la arquitectura del Brasil, son moderados, regulares, fríos, en medio de esa borrasca que caracteriza el arte en ese país. Para los europeos saturados de renacimiento el arte jesuítico supone la expresión y la aparición del Barroco, para el Brasil significa una etapa atenuada, casi prebarroca, que se interrumpe en 1759 a raíz de la expulsión de la Compañía. Desde el comienzo se usó en los templos un tipo de planta de origen portugués, bien distinta al usado en el resto del continente: una sola nave con o sin capillas laterales, sin crucero y cúpula (por lo general). La nave se cubría con bóveda de madera lo mismo que el presbiterio. La falta de cúpula es una característica portuguesa. Ese sencillo esquema fue cobrando más independencia: las capillas laterales se remplazaron por largos corredores que llevaban desde la entrada (independiente de la puerta misma del templo) hasta la sacristía. Esta se colocó detrás del presbiterio, en sentido transversal y se le dio dimensiones colosales. Otra diferencia es que tiene las capillas al lado del presbiterio, frente a los fieles (se ve en Italia). Las fachadas se mantuvieron tranquilas durante todo el siglo XVII: simples cadenas de piedra o pilastras sin ornato, frontis triangulares, torres cuadradas terminadas en pirámide recubierta de azulejos.

En el interior anunciaba tímidamente el comienzo de un barroquismo que más tarde sería de locura. En el siglo XVIII el ornato se concentró más en los techos de madera. Las ciudades que tienen monumentos importantes del siglo XVII son Olinda, Recife, Bahía y Río de Janeiro. En Olinda, el convento de San Francisco porque tiene en su claustro una solución muy italiana. Es un claustro de dos plantas, cuya galería baja tiene arcos de medio punto sobre columnas toscanas, en tanto que la galería alta es adintelada, también sobre columnas toscanas más pequeñas y con una base exagerada. Un techo de tejas cubre esta galería. El parecido con los claustros de Santo Espíritu en Florencia es evidente. En Recife, el edificio de mayor valor es el templo y convento de San Francisco, cuyo claustro es sumamente parecido al de Bahía. La fachada de la iglesia es posterior al cuerpo del templo y entra de lleno en el barroco frenético del siglo XVIII. Pero lo más interesante de esta ciudad es el haber sido sede del gobierno holandés de ocupación y Mauricio Nassau quiso hacer de Recife un centro de civilización. Llamado por las autoridades de su país, Nassau abandonó el Brasil en 1644; diez años más tarde de la partida del príncipe los holandeses tuvieron que capitular. En Bahía fue durante los dos primero siglos de vida colonial la ciudad más importante del Brasil y conservó el rango de capital hasta 1763. se levantaron allí desde temprana data mucos e importantes edificios de toda índole, ocupa el primer lugar la Catedral, que fue primitivamente iglesia de los jesuitas.

Fuente /www.arqhys.com.

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