El arte asturiano o prerrománico es un estilo artístico altomedieval englobado dentro del prerrománico y vinculado al Reino de Asturias, primer reino de las tres culturas establecido en la península ibérica tras la conquista musulmana. Su desarrollo tuvo lugar en lo que actualmente es el Principado de Asturias entre finales del siglo VIII y comienzos del X, cuando es absorbido por el arte románico venido de Francia. Durante este periodo se cultivaron disciplinas como la pintura, la orfebrería o la arquitectura, destacando esta última por el amplio número y buena conservación de los monumentos que han llegado hasta nuestros días, los cuales constituyen el más completo y homogéneo conjunto de arquitectura altomedieval de Europa Occidental.
La singularidad artística e histórica de estas edificaciones ha sido reconocida por la Unesco, declarando a seis de ellas como Patrimonio de la Humanidad bajo el nombre de Monumentos de Oviedo y del Reino de Asturias.
Aunque es sucesor del estilo visigodo, no puede decirse que el asturiano sea heredero legítimo suyo, pues no conserva sino accidentalmente alguno de sus elementos principales como es el arco en herradura, muy pronto se manifiesta con nuevos y originales elementos acaso importados de Oriente o de Lombardía que singularmente lo realzan y lo denuncian como precursor del románico.
Las características que identifican al arte asturiano son:
- El deseo de rememorar las glorias del reino visigodo de Toledo, del que se consideraban herederos.
- La íntima relación con el poder regio (se ha denominado también arte de la monarquía asturiana).
- Predominio de la arquitectura, fundamentalmente abovedada, sobre las demás artes. Destacan las siguientes características:
- el sillarejo, la mampostería y el ladrillo en los muros, reservando los sillares para las esquinas y los elementos de refuerzo;
- el arco de medio punto, peraltado o no, y la bóveda de cañón, reforzada mediante arcos fajones o totalmente despejada;
- el muro compuesto (arquerías ciegas en el interior y estribos o contrafuertes en el exterior);
- la decoración interior con pinturas al fresco de temática diversa, habitual en el arte carolingio; baste recordar que Alfonso II el Casto (791-842) era contemporáneo de Carlomagno;
- las basas decoradas, los fustes sogueados (con adornos entrelazados en forma de cuerda o soga) y los capiteles enriquecidos, todo ello para realzar las columnas;
- en los edificios religiosos y de manera predominante, la planta basilical de tres naves (separadas por arquerías sobre pilares) y cabecera tripartita, con ábsides de trazado rectangular, siendo el central el más amplio;
- en la parte superior del ábside central, una cámara del tesoro abierta al exterior por una ventana sin comunicación interna (en el visigodo lo era desde el interior), y cuya función no se ha podido precisar, aunque podría ser un mero recurso plástico para mantener la armonía de los volúmenes exteriores del templo;
- sacristías laterales;
- pórtico a los pies del templo;
- sistema de contrarrestos o contrafuertes, ejemplo en San Miguel de Lillo.