Amenofis III

Amenofis III (Egipto 1410 a.c. -1363 a.c.)

Amenofis III

Nebmaatra Amenhotep,[1] Amenhotep III,[2] o Amenofis III,[3] fue un importante faraón de la dinastía XVIII de Egipto que gobernó de c. 1390/1 a 1353/2 adC.[4]

También es conocido como Imenhotep III, Amenophis III, Memnon, y otros nombres helenizados.[5] La transcripción de los jeroglíficos de sus títulos es Neb-Maat-Ra Amen-Hotep, su nombre de Trono y el de nacimiento.

Sucedió a su padre, Thutmose IV. Junto con la reina Tiy tuvo a su hijo, Ajenatón (Akenatón), que le sucedió en el trono. Parece ser que Amenhotep fue coronado siendo todavía un niño, probablemente a una edad entre los seis y los doce años. Fue debidamente regido en su infancia por su madre, la reina Mutemuia, y por un consejo de regencia.

En esta época cobraron suma importancia sus suegros, Yuya y Tuya, quienes posiblemente podían haber sido sus tíos. Era tan grande el poder y la influencia que detentaba aquel matrimonio que incluso gozaron del honor de poder ser enterrados en el Valle de los Reyes.

El periodo de su reinado coincidió con una época de paz, prosperidad y esplendor artístico. Realizó numerosas construcciones en el templo de Amón en Karnak, incluyendo al menos un pilono, una columnata a continuación de la nueva entrada y un templo dedicado a la diosa Maat.


Coloso de MemnónTambién supervisó la construcción de un nuevo templo en Tebas, una monumental y bellísima edificación que aun puede admirarse. Se cree que en el undécimo año de su reinado empezó un gigantesco palacio en el lugar conocido hoy en día como Malkata, en la ribera occidental, como regalo a su esposa Tiy.

Su templo funerario, situado en la orilla occidental del río Nilo, fue en su tiempo el mayor complejo religioso de Tebas. Desgraciadamente lo construyó en una zona que sufre continuas inundaciones; por eso, doscientos años más tarde, el templo ya estaba en ruinas. Los Colosos de Memnón, dos estatuas de 18 metros de altura, que estaban situadas a la entrada del complejo, son el único resto que aún sigue en pie de aquel fabuloso complejo.

Y no sólo se contentó con adornar Tebas, sino que hizo ampliaciones en otras ciudades sagradas como Menfis, Heliópolis e incluso llegó a construir templos en Nubia, como el de Soleb, cosa hasta entonces inaudita y que después repetiría en varias ocasiones Ramsés II, el único rey que superaría a Amenhotep III en actividad constructora.

La gran actividad constructora de su reinado, sin parangón en la historia egipcia hasta entonces, fue también gracias a la incesante labor del hombre fuerte de su reinado, Amenhotep, hijo de Hapu, un anciano devoto de Amón que fue la gran presencia hasta aproximadamente el año 30º. Fue tal la valía de este hombre que llegó a ser recompensado con un pequeño templo funerario cercano al de Amenhotep III: un privilegio sólo digno de los reyes.

Coloso de Memnón

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